Isidoro de Sevilla (Isidorus Hispalensis; ca. 560-4 de abril de 636).
Etymologiarum XVI. "Acerca de las piedras y los metales 2":*
3. Hay quienes sostienen que la sal se denomina así porque «salta» (exsilire) cuando se la arroja al fuego. Siendo ella ígnea, huye del fuego; pero sigue a su naturaleza en cuanto que el fuego y el agua siempre se muestran mutuamente enemigos. Otros opinan que su nombre deriva de salum (mar) y de sol (sol), porque se produce de manera espontánea de las aguas del mar, que dejan en los litorales y roquedos sus espumas que son secadas por el sol. Se extrae de lagos, ríos y pozos, y se amontona en salinas en donde el sol la seca. Hay ríos que presentan una densa capa de sal bajo la que sigue fluyendo el agua. En otros lugares se recoge separándola de las arenas: en estos sitios, la sal aumenta en las noches de luna. En Cirene, las sales de amoniaco se encuentran bajo las arenas. Hay también montes productores de sal en los que ésta se extrae con herramientas, como si de piedra se tratara, y vuelve a producirse con mayor abundancia; es tanta su dureza, que se construyen muros y casas con bloques de sal, como sucede en Arabia.
4. Por lo que respecta a la naturaleza de la sal, existen diferencias, pues en unos lugares hay sales suaves, y en otros saladísimas; del mismo modo, comúnmente, la sal crepita en el fuego, pero la de Tragasa ni crepita ni salta en las llamas; la sal agrigentina, de Sicilia, se diluye en el fuego y salta en el agua, siendo ese disolverse en el fuego contrario a su naturaleza.
5. Existen también diferencias de color. La de Menfis es roja; en alguna parte de Sicilia, en la zona del Etna, es purpúrea; en la misma Sicilia, en el Paquino, se obtiene una sal tan brillante y tan resplandeciente, que refleja las imágenes; en Capadocia se extrae una sal de color azafranado.
6. Por su naturaleza, la sal es necesaria para toda comida: da sabor a los guisos, excita el hambre y abre el apetito en todo tipo de manjares. De ella viene todo deleite y suma satisfacción por el alimento, y de aquí se piensa que recibió su nombre la salud (salus). Nada hay más útil que la sal y el sol. Por ello vemos que los marineros poseen unos cuerpos tan vigorosos. Más aún: con la sal se excita sobremanera el apetito de los rebaños, ganados y bestias de carga; producen mucha más leche y, en consecuencia, nos proporcionan mayor abundancia de queso. También la sal reseca los cuerpos, los curte y los vuelve compactos. Impide que los cadáveres se pudran y los mantiene incorruptos.
*(Trad. de J. Oroz Reta y M.-A. Marcos Casquero, Madrid, 2004).